Levanto la vista,
y no creo lo que veo;
las leyes descosidas,
a dos metros.
El platino que ciega a los necios,
el azul que ahoga a los puros,
levanta la vista.
El recuerdo es humo,
susurra el reflejo.
Acto seguido,
punto y coma;
me dió la espalda,
me quité las gafas,
e hicimos ver que nunca existimos.