La vida transcurría sin complicaciones. La fortuna lo había llevado a vivir en la zona de la selva dónde había la mayor ratio de termita por centimetro cuadrado, lo que era una gran garantía para su subsistencia. Con la vida prácticamente solucionada el oso perezoso veía pasar los días colgado de alguna de las muchas confortables ramas que se erigían a su alrededor.Tantas horas colgado daban para pensar, imaginar y soñar mucho. El oso aunque perezoso en sus movimientos no lo era en pensamiento lo que impedía que pudiera concentrarse en nada durante más de un par de minutos osunos seguidos. Pero eso cambio cuando una tarde mientras el crepusculo teñia de morado las partes más altas de los árboles. El oso tenía su vista y sus pensamientos suspendidos enel horizonte cuándo un movimiento extraño en las ramas de un árbol cercano hizo que su atención se centrara en aquel monton de hojas que parecían cobrar vida. Entre las hojas se asomó lentamente un hocico, luego de repente, y con cierta violencia, toda una cabeza y todo un cuerpo de osa perezosa, y "¡qué cuerpo!" pensó el oso. Apenas cruzaron una mirada, todo lo fugaz que su especie les permite, ella siguió su camino dejandose llevar de rama en rama, él siguió colgado en aquellarama hasta que el sol del alba le hizo insoportable seguir durmiendo. Durante los días siguientes para los pájaros vecinos todo seguía igual, seguían viendo como el oso limitaba toda su actividad a buscar comida una vez por día y permanecer colgado de alguna rama el resto de la jornada. Pero el oso no era el mismo desde aquel amanecer en las alturas, su mirada había perdido ese movimiento que le daba la inquietud llena de vivacidad, desde aquel día el oso permanecía colgado con la mirada perdida sin importar el paisaje que se le pintara en frente, mirase dónde mirase tenía clavada la imagen del recuerdo de aquella osa perdiendose en el atardecer. Siguieron pasando los días y sin hacerotra cosa la imagen del recuerdo se convirtió en imagen de deseo en deseo de deseo. Y así siguió pasando un día tras otro, en ese tiempo había encontrado más de una rama en la que tenía la seguridad que podría colgarse junto a aquella osa sin miedo a que cediera, y allí pasaba las horas soñando cómo serían los días colgados juntos, pero ella no volvió a aparecer, hasta que apareció pero ya noiba sola, otro oso, quizá menos perezoso puede que más, la acompañaba. El peresozo soñador al verlo no hizo nada, miró hacia otro lado y siguió soñanado. Los días seguían amontonandose, los pajárosse fueron, volverían en unos meses, la osa se paseaba por las ramas siempre acompañada, el oso soñador nunca hizo nada solamente se limitó a mirar a otra parte y seguir soñando. Los pájaros volvieron, y a su vuelta se extrañaron al ver que su vecino oso se había mudado, ya no estaba colgado de ninguna rama,estaba en el suelo, sin moverse. Tantos días había pasado mirando a otro lado y soñando, tantas veces se había movido colgado de una rama que a fuerza de moverse la rama acabo por romperse, al caer al suelo,aunque no se hizo daño, el oso no volvió a moverse del lugar dónde había caído.
1 comentario:
Siempre te lo he dicho, en el suelo es donde mejor se está.
Salute,
VR!
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