que
vuelva a sonar,
la
risa compartida,
despacio
y fuertemente.
que
se estremezcan nuestros huesos,
con
cada suspiro al oído.
¡que
se perpetúe la magia!
¡que
llueva, que llueva!
que
no deje de llover.
que
se deslicen con ternura
una
a una,
las
nuevas palabras por tu espalda.
profunda
y fácilmente.
que
las viejas promesas,
lo
apuesten todo al rojo y negro,
que
resuenen los escalofríos,
hasta
en el último rincón de nuestros cuerpos.
que
todos los días sean buenos,
y
dulces el resto de las noches.
que
el presente no sea canción,
si
no sinfonía.
fuerte
y lentamente.
que
valgan la pena los pasos,
que
acompasados coreografíen,
todos
los caminos,
más
allá de Roma.
simple
y llanamente.
que
se asuste la pena
al
oír nuestro encuentro.
que
se ruborice la alegría,
ante
nuestras miradas sentidas,
nuestras
caricias vividas.
en
cada entrada,
la
última frontera,
la
rima interna,
de
las palabras prestadas,
si
hace falta,
que
la tierra sea plana.
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