otra vez,
tus explicaciones,
dogmas de fe,
las mías,
siempre excusas.
la vara,
a veces,
adquiere,
personalidades múltiples.
mide,
según el tono,
la longitud,
el gesto,
y la mirada,
siempre de los otros,
nunca la propia.
el contenido ya tal,
no importa saber que,
la sangre,
brota igual,
por dulce que sea el puñal.
a veces reclamas que me ponga en tu lugar.
no importa lo amable,
simpática y suave,
que sea,
la palabra,
o intención.
duele,
acéptalo,
como duele la vida,
las circunstancias añadidas,
el mal de cada siglo,
la desidia.
tu y yo,
nunca necesitamos excusas,
para no distinguir,
en el ojo ajeno,
la verdad del verbo,
pero en el propio,
el compartido,
cuesta más verlo,
siempre.
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