quedarnos,
de los pedazos rotos,
aquellos intactos:
el nosotros,
nuestras pieles encontrándose,
la ternura de sabernos compartidos,
los besos como trato de futuros proyectados.
desterrar los golpes,
del martillo,
que nos rompieron.
aprender de las grietas abiertas.
no intentar recomponer,
sino componer de nuevo,
una simfonía parecida pero mejor construída.
usar como cemento,
una hoja en blanco y la tinta de la sinceridad,
aunque manche.
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